Ubicado en un enclave único, encontramos una de las líneas de ferrocarril más peculiares de Francia y, ¿por qué no decirlo?, de Europa: el centenario y bien conocido Train Jaune, Tren Amarillo en español. Una línea con más de cien años de historia, un proyecto extraordinario para su tiempo, pensado para sacar de su aislamiento a ciertos cantones de los Pirineos Orientales.
Actualmente, enlaza la estación de Villefranches de Conflent con La Tour de Carol -ambas conectadas a la red de ancho normal de Francia-, con la particularidad la segunda de tener tres anchos de vía en su interior. Entre las singularidades de esta línea destacan el que cuenta con la estación más alta de la red francesa y el ser una de las pocas alimentadas por tercer carril en el país galo.
Sus trenes de época, sometidos a innumerables reformas para mejorar su comodidad y seguridad, adquieren un encanto especial en verano cuando circulan los ejemplares únicos: los coches sin techo o “jardineras”, como se les conoce en la región.
Además, desde hace unos años, cuenta con automotores más modernos, específicamente dos Stadler GTW 2/6 muy similares a los que se pueden encontrar en el Cremallera de Núria o el Cremallera de Montserrat.
Un tren imprescindible para los entusiastas de los viajes en ferrocarril, ya que transporta a tiempos pasados, con vías sin soldar, solo sujetadas con bridas, y singular material rodante centenario. Es, además, un ferrocarril muy sostenible, ya que la energía utilizada en toda la línea proviene de las numerosas centrales hidroeléctricas que existen en el recorrido, aprovechando así los recursos de las montañas de la zona.
A pesar de su extensa historia, la línea ha tenido sólo un accidente mortal que ocurrió durante las pruebas en 1909, cuando falló el freno de uno de los coches. El accidente causó la muerte a seis personas, entre ellas estaba Albert Gisclard, el ingeniero que diseñó el puente que lleva su nombre.
Recorrido
La línea, con un recorrido de 62,5 km, nace a 427 msnm (metros sobre el nivel del mar) en Villefranche de Conflent y alcanza su punto más alto en la estación de Bolquère-Eyne, a 1.593 msnm, la estación más alta de la Red Ferroviaria Nacional francesa. Aquí el viajero se encuentra con el Col de la Perche, que comunica las cuencas fluviales que sigue el tren: la del Têt hacia Villefranche y la del Segre hacia La Tour de Carol. Este lugar destaca por ser aproximadamente el punto medio de la línea. A partir de aquí comienza un descenso hasta los 1.231 msnm en LaTour de Carol-Enveitg, estación internacional dotada con tres anchos de vía y tres tensiones diferentes.
Con una pendiente media del 6%, el primer tramo de la línea, que bordea el valle creado por el río Têt, cuenta con 19 túneles y varios puentes, así como dos viaductos que tienen la categoría de monumento histórico debido a su construcción y singularidad. El primero es el viaducto Séjourné, una impresionante construcción de granito con dos niveles y una gran arcada en forma de ojiva. El segundo es el puente Gisclard, de hierro y acero, con un sistema de suspensión ideado para evitar la resonancia causada por los trenes al cruzarlo.
El tramo hasta Mont-Louis, fue inaugurado en 1910. Su longitud actual la alcanzó en 1927, ante la competencia que suponía que los trenes españoles del Norte, y posteriormente Renfe, llegaban a territorio francés. Esa ampliación contribuyó a promocionar la estación de esquí de Font Roméu, una de las más importantes en la zona.
El segundo tramo de la línea no es tan espectacular en términos de construcción, pero ofrece vistas impresionantes, ya que el tren desciende hacia la llanura de Cerdaña desde Bolquère. Destaca aquí el zigzagueo desde Font-Roméu hasta Saillagousse, mediante el cual el tren pasa de los 1500 metros hasta los 1100-1200 metros a los que se encuentra el fondo del valle. En su tramo final, el “Train Jaune” bordea la frontera franco-española antes de terminar en La Tour de Carol, donde se une a la vía doble que viene de Puigcerdà (una en ancho ibérico y otra en internacional).
Durante los actos de conmemoración del primer centenario de la línea, se propuso ampliarla hasta Puigcerdà, mediante la adaptación de las antiguas vías que llevaban los trenes regionales y nocturnos a la capital de la Baja Cerdaña, pero el proyecto fue desestimado.
Por esta ancestral vía circulan actualmente los automotores originales, los Z100, que a lo largo de los años han sido reformados para mejorar su seguridad y comodidad. Conviven con ellos los modernos Z150, una versión de los GTW2/6 de Stadler que han tenido buenos resultados. También están los coches “jardineras” o descapotables que circulan en verano y forman composiciones de seis coches, dos o tres de los cuales son motores.
Para hacer frente al clima invernal, hay un par de coches motores numerados como Z200, que llevan una cuña roja en cada extremo para despejar la nieve acumulada en la línea. Durantes el invierno siempre hay un Z200 en una de las vías de Mont-Louis listo para despejar la línea en caso necesario.
Los coches motores tienen frotadores en cada lateral para captar la corriente del tercer carril, adoptando el sistema de los GTW2/6, que ha demostrado ser más efectivo.
Es aconsejable para los amantes del ferrocarril que quieran disfrutar de una más intensa observación de este tren, que vayan equipados con ropa de abrigo para que puedan asomarse y captar los destellos emitidos por los frotadores al limpiar la superficie de contacto de ese tercer carril para captar la corriente del mismo.
La línea está electrificada a 850V en corriente continua, suministrada principalmente por la central hidroeléctrica de Bouillouses -presa construida para proporcionar energía al “Train Jaune”- y otras pequeñas centrales del valle del Têt. Aparte de ser conocida como la línea de La Cerdaña, el “carrilet” o el Canario, también se la ha apodado “mata vacas”, al haber perecido algunos de estos animales tras entrar en contacto con el carril electrificado.
En cuanto a la ocupación, suele ser mayor en La Cerdanya debido al turismo de temporada.
Las iniciativas de la región de Occitania para potenciar el uso de este ferrocarril durante todo el año con promociones y descuentos no han tenido mucho éxito.
Debido a esta baja utilización ha habido varios intentos de cierre de esta línea, intentos abortados por los habitantes y los “chemi-nots” (trabajadores ferroviarios).
En la década de 1970 hubo un importante intento de cierre de la línea por parte de la administración francesa. Una vez más la movilización ciudadana logró no solo mantenerla abierta sino también actualizarla. Cada año en primavera y otoño, cuando la ocupación es más baja, cierra durante unas semanas para realizar trabajos de mantenimiento y modernización en las partes más desgastadas. Son los propios “cheminots” quienes se encargan de las reparaciones menores en el depósito de Villefranche de Conflent. Las reparaciones mayores se llevan a cabo en los talleres de la SNCF en Béziers, a donde los vehículos son trasladados por carretera.
En los horarios del “Train Jaune” se incluyen todas las estaciones pero el tren solo tiene parada obligatoria en las estaciones de Olette, FontpedrouseMont-Louis – La Cabanasse, Font-Roméu – Odeillo – Via, Saillagousse y Bourg-Madame la parada es obligatoria.
Las estaciones con parada obligatoria son aquellas que cuentan con varias vías para permitir el cruce de trenes, y las agujas de estas son desmontables.
Una vez realizada la parada obligatoria, no se puede reanudar la marcha sin la autorización expresa del jefe de línea a través de telecomunicaciones.
En las demás la parada es facultativa. Es decir, el tren sólo se detiene si hay persobas que quieran subirse o bajarse del tren, de la misma manera en la que se hace en un autobús urbano.
Desde estas líneas te invito a conocer, si no lo has hecho ya, este pintoresco ferrocarril centenario. En él disfrutarás de un gran placer al vivir un viaje lleno de encanto e historia. Ya sea verano o invierno, el Train Jaune te transportará a otra época sin necesitar una máquina del tiempo.
A bordo de estos trenes podrás visitar lugares de gran interés como el Fort Libéria, una fortificación del siglo XVII situada en la parte alta del pueblo de Villafranca de Conflent, en la cima del monte Belloc.
El fuerte se comunica con el pueblo de Villafranca a través de una impresionante escalera subterránea de 734 peldaños y domina la población desde una altura de 150 metros.
Otros puntos de interés son las grutas de Canalettes, un espectacular sistema de cuevas en los que la magia domina los eventos especiales que en ellas se hacen. También merece la pena conocer la ciudadela de Mont-Louis. Inaugurada en 1681, es una pequeña joya de la arquitectura militar abaluartada de siglo XVII, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Para los amantes del ferrocarril, disfrutar del Train Jaune será una experiencia única. Un placer para grandes y pequeños.
En pocas palabras, es un tren que hay que tomar, al menos, una vez en la vida.