Vuelve a ser 11 de marzo, una fecha inolvidable para cualquier ciudadano español. Y casi que para cualquier persona del mundo.
Tal día como hoy del año 2004 Madrid se despertó con una de esas noticias que parecen imposibles, que cuesta mucho creer que están pasando y que dejan heridas que no paran de supurar.
No quiero profundizar en unos hechos que todos conocemos. Ni recordar unas cifras que son difíciles de olvidar. Y, mucho menos, volver a poner esas imágenes que tanto he criticado que se usen una y otra vez con un insaciable morbo informativo.
Un recuerdo más que merecido
En este artículo de opinión sólo quiero recordar a aquellas personas que nos dejaron sin siquiera sospechar lo que iba a pasar.
A aquellas que a día de hoy siguen sufriendo las secuelas de un gran acto de inhumanidad y justicia.
Y a aquellos trabajadores del ferrocarril, personal sanitario y voluntarios que aquel 11 de marzo de 2004 se convirtieron en unos héroes anónimos.
Han pasado 16 años desde una tragedia que no tenía que haber sucedido. Y que no debería volver a pasar. Ni en Madrid, ni en el resto de Europa, ni en el resto del mundo.