En Pinceladas recogemos una de las anécdotas ferroviarias más peculiares de los últimos años que esta semana se ha convertido en noticia: la historia de Tama, una gata que se convirtió en jefa de estación de tren. Y es que ciertas cosas sólo pasan en Japón.
De callejera a estrella
Esta curiosa historia tiene lugar en la estación de Kishi, la última parada del tren eléctrico de Wakayama. Esta estación estaba al borde de la ruina en el año 2006, cuando la pequeña Tama entró en escena. La gata, que vivía en las cercanías del recinto, se quedó sin hogar, así que en la estación la adoptaron. La nueva mascota supuso una pequeña revolución, ya que atraía a bastantes visitantes que se acercaban para verla o pasar un rato con ella (es de sobra conocida la fijación de los japoneses con los gatos).
Es por eso que un año después, en Kishi tomaron una decisión arriesgada como último intento para salvarse de la quiebra: nombrar a Tama jefa de estación y convertirla en un reclamo turístico.
La magia de Tama
Los resultados de este órdago saltan a la vista: no sólo la estación se ha recuperado, sino que la gata Tama consigue unos 10 millones de euros al año, de los que ella sólo gasta la cantidad necesaria para alimentarse.
La estación de Kishi se ha convertido en un santuario gatuno con tiendas de souvenirs, cafetería Tamática y hasta un tren dedicado a este animal. El furor ha sido tal que la propia estación ha sido remodelada y ahora tiene forma de cara de gato.
Pero la estrella sigue siendo la propia Tama que, ataviada con un gorro y una chapa que la identifican como la jefa de la estación, posa diariamente con miles de desconocidos que quieren fotografiarse con ella.
El único aspecto negativo es que esta famosa gata, protagonista de documentales internacionales, ya ha cumplido 14 años. En previsión, el personal de la estación ya ha dado a conocer a su sucesora : Nitama (Segunda Tama, literalmente).
Fuentes: ABC y Daily Mail.