La semana pasada, en Encarrilando te hablamos del volante que tienen algunos trenes y de la función que cumplen que, obviamente, no es para tomar las curvas. En ese artículo se mencionó un importante aparato de vía que es el protagonista de esta entrega: los desvíos.
El funcionamiento de los desvíos
En todo momento, los raíles del ferrocarril sirven para guiar al tren por un camino preestablecido, de tal manera que los cambios de dirección dependen únicamente de la infraestructura y no del maquinista. Esta característica, que otorga al tren un nivel de seguridad insuperable, tiene un inconveniente: ¿cómo se cambia de camino?
Efectivamente, con los desvíos. Básicamente son aparatos que lo que hacen es bifurcar una vía en dos o más, moviendo dos secciones de carril especiales conocidas como agujas (1).
Las agujas son móviles y solidarias (ambas se desplazan simultáneamente) y hacen que el tren continúe por una vía o por otra. Por ejemplo, en la siguiente imagen, continuaría recto. Si se hiciera un cambio de agujas, la de la izquierda quedaría pegada al raíl izquierdo y la otra dejaría un espacio para que pase la pestaña de las ruedas similar al que tenía la izquierda.
Como resulta lógico viendo la imagen, al pasar por un desvío las ruedas deben cruzar uno de los dos carriles. Teniendo en cuenta la forma de la pestaña, si no fuera por el corazón (2) el tren descarrilaría. Esta parte es una discontinuidad del carril que permite que las pestañas pasen sin saltar.
Pero, al producirse una discontinuidad en la guía de las ruedas, existe un pequeño riesgo de descarrilamiento ya que en el corazón la rueda podría saltar o tomar el camino equivocado, como explican en este vídeo en inglés. Es ahí en donde entran en juego los contracarriles (3) que hacen que la rueda opuesta en el mismo eje mantenga la trayectoria necesaria. En lugar de guiarla por su lado exterior, como los raíles normales, los contracarriles la guían por la cara interior.
Manuales y eléctricos
Desde el inicio de los tiempos, el accionamiento de un desvío ha sido algo que se realizaba a mano teniendo que ir el operario hasta el propio aparato, en donde se encuentra la marmita. Sin embargo, con la evolución y la implementación de los puestos de mando, hacer un cambio de agujas se empezó a hacer a través de cables y, posteriormente, con motores eléctricos controlados remotamente.
En la actualidad estos tres sistemas sobreviven, estando el de cables abocado a su desaparición en España; país en el que por lo general todos los que hay en vías principales son eléctricos.