Esta semana visitamos la controvertida estación de Kioto, para muchos símbolo de modernidad y para otros monstruosidad que perjudica a la estética tradicional de la ciudad. Sigue leyendo, que te lo contamos todo.
Una corta lección de historia
El ferrocarril llegó a la ciudad japonesa de Kioto en 1877, cuando el emperador Meiji inauguró la primera estación de la ciudad. La estructura sencillísima fue sustituida en 1914 por un edificio de estilo neoclásico que en la década de los 50 fue devastado por un incendio. Fue entonces cuando se creo otra estación, en ese caso de estilo funcionalista.
Pero la que analizaremos hoy, la actual estación de Kioto, data de 1997, cuando se inauguró coincidiendo con la conmemoración del 1200º aniversario de la fundación de la ciudad.
La estación de Kioto, centro de la polémica
Desde que se pusiera en marcha, el proyecto de la nueva estación de Kioto desató críticas por parte de muchos ciudadanos, ya que el diseño de Hiroshi Hara rompe por completo con la estética tradicional de la ciudad.
Aquí debe apuntarse que Kioto conserva gran parte de su patrimonio histórico porque no sufrió bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, así que intentan preservarlo al máximo.
Sin embargo, la estación de Kioto es un edificio de 70 metros de altura y 470 metros de largo con claro estilo futurista, lo que a muchos aún indigna. Pero quizá lo más grave es que para construir el edificio se ignoró la ley que fijaba la altura máxima de las edificaciones de la ciudad, algo que desde entonces han hecho otros edificios siguiendo la estela de la estacíon.
Sea como fuere, lo cierto es que la estación de Kioto es uno de los centros neurálgicos de la ciudad y una de las más grandes del país, con 15 vías para trenes convencionales y 4 para shinkansen.
Una estación a la japonesa
Quizá, lo que llama más la atención de la estación de Kioto es que sólo el 10% de la estructura es usada por la red ferroviaria. El edificio y sus anexos albergan también una estación de metro, un hotel, decenas de tiendas, restaurantes, bares y hasta unas galerías subterráneas.
Pero no sólo eso, ya que también se encuentra allí la oficina de turismo de la ciudad, un espacio dedicado a los eventos y hasta el museo de Astro Boy.