La gran City Hall
La estación fantasma de City Hall fue la cabecera norte de la primera línea del Metro de Nueva York. Fue inaugurada en 1904 y estaba llamada a ser una de las piedras angulares de la red neoyorquina.
Llamaba la atención por su elegancia y estilo, muy diferentes al resto de paradas. Tenía cristaleras por donde entraba luz natural, candelabros y también techos abovedados cubiertos de azulejos (claro estilo del arquitecto español Rafael Guastavino).
A pesar de la belleza de la estación y de la esperada inauguración, lo cierto es que nunca tuvo una afluencia masiva de viajeros. Durante su último año en funcionamiento sólo era transitada por 600 personas al día, cantidad ínfima comparada con la de estaciones cercanas. Esto, unido al riesgo en seguridad que suponía su pronunciada curva para los trenes recientes, que eran más largos, supuso el cierre definitivo de City Hall.
No hay que confundirla, pues, con la estación City Hall de la línea R que está situada a escasos metros en Broadway y que fue inaugurada en 1918.
Estación fantasma en el centro de Nueva York
En la actualidad permanece silenciosa bajo el parque que comparte su nombre. Aunque no está abierta al público, los trenes de la línea 6 siguen recorriendo sus vías, usándolas para realizar el cambio de sentido tras finalizar en Brooklyn Bridge-City Hall. Estar en uno de sus trenes o realizar los recorridos puntuales que coordina el New York Transit Museum son las únicas posibilidades de disfrutar de la estación de City Hall que, a pesar de los daños causados por el tiempo y los años, sigue conservando parte de su grandeza inicial.
Con este repaso a la historia de la estación damos comienzo a una serie de artículos centrados en algunas de las historias más relevante y curiosas de estaciones de metro que han quedado abandonadas o que ni se han llegado a abrir.
Fuente: James Maher Photography.