OPINIÓN.- Uno de los temas que durante los últimos años más ha protagonizado la actualidad ferroviaria española es la liberalización del transporte de viajeros por ferrocarril o, lo que es lo mismo, reconocer la incapacidad del Estado de gestionar bien nuestros ferrocarriles. Son muchas las fechas que se han puesto pero, tras muchos anuncios, tras muchas notas de prensa y muchos desayunos informativos la situación no cambia. Y los empresarios dan por paralizado el proceso.
La liberalización de julio de 2013
Empecemos, como es habitual, por los antecedentes. Hace casi tres años, la actual ministra de Fomento, Ana Pastor, anunció a bombo y platillo que el 1 de julio de 2013 se liberalizaría el transporte ferroviario de viajeros. Eso a los pocos días de decir que el proceso se postergaba a 2014. El Gobierno se pondría las pilas para hacer realidad este hecho que, como bien se sabe, nunca sucedió. Se limitó, en la teoría, a los trenes turísticos. En la práctica, ni si quiera con ellos se puede competir.
En aquel momento se dijo que haría falta modificar la Ley del Sector Ferroviario y dividir a Renfe en 4 sociedades con una matriz para preparar el terreno y garantizar su viabilidad. Pero debe ser que los responsables de Fomento se asustaron al ver, en enero de 2013, las intenciones de la SNCF de hacer una oferta entre Madrid y Barcelona que Renfe y su mala planificación no podrían superar. Es de lógica que echaran el freno de la liberalización, máxime cuando los galos no permitirían a Renfe competir en su territorio algo que -incluso con todas las facilidades- hubiera sido infructuoso. Pero no se supo hacer. Otra vez.
Cuando comenzó a ser otra cosa, Made in Spain
A partir de ese momento, la liberalización se ha ido posponiendo y confundiendo con un proceso de concesión de determinados servicios. Así, en junio de 2014, casi un año después de la supuesta liberalización, se anunció que sólo se abriría a la competencia UN sólo corredor (el Madrid-Levante) y sólo para UN operador. Un sistema que de liberalización no tiene nada que, además, nunca se ha llevado a cabo en otro lugar. Y que tampoco han sido capaces de poner en marcha.
Este cambio ha sido seguido por más fechas incumplidas y negociaciones de las que no se sabe mucho de manera oficial. Y no fue hasta el viernes de la semana pasada cuando el Consejo de Ministros aprobó la reforma de la Ley del Sector Ferroviario que debería de haber entrado en vigor el 1 de julio de 2013. Encima, según afirma El Correo, parece que esta reforma no refleja las negociaciones realizadas.
¿A qué están jugando?
Estos constantes cambios de planes, incluyendo fechas, procedimientos e incluso la base del propio sistema de liberalización hace pensar que el Ministerio de Fomento está jugando… O bien que no tiene ni idea de lo que hace, cosa que no parece que sea cierta. Sea como sea, este estancamiento ha sembrado el escepticismo en las operadoras privadas que podrían competir con Renfe, según informaron fuentes de sector a Servimedia.
Está claro que si los ferrocarriles españoles necesitan competencia, más que por imperativo europeo, es por una deficiente gestión publica. Como ya hemos criticado en Trenvista, en las últimas dos décadas se ha apostado por un ferrocarril elitista cuya locomotora era la política sólo AVE. Una política que se ha paliado con una reducción de los precios gracias a la que el número de viajeros transportados ha aumentado enormemente. Pero parece que no pueden hacer bien el proceso de apertura a la competencia.
Esto puede tener remedio…
Creemos que la tan odiada autocrítica es esencial para que este proceso prosiga y beneficie a todos, tanto ciudadanos como empresarios. Es esencial que Fomento reconozca oficialmente qué está pasando, por qué se posterga tanto todo y ponga una fecha límite o anuncie el fin de esta idea.
Pero parece mucho pedir para los gestores responsables de que la propia Renfe se siente incapaz de competir con una operadora extranjera en su territorio en una ruta tan importante como la Madrid-Barcelona.Y esto pasa en uno de los países del grupo minoritario que sigue apoyando la liberalización en del transporte de ferrocarriles de viajeros en la Unión Europea.