Siempre que vas a viajar en tren, tienes que ir a una de las estaciones de ferrocarril o apeaderos. Tras comprar el billete si no dispones de él ¡ni se te ocurra ir de polizón!, lo habitual es que vayas al andén a esperar o a subirte en el tren. Y, lo normal es que cuando este parte, te olvides del lugar del que acabas de salir sin reparar en muchos aspectos esenciales para que tu viaje sea posible.
Las estaciones ferroviarias de viajeros son todo un gran mundo, invisible para la mayoría de pasajeros. En este artículo se explica de forma básica su vida y funcionamiento así como de quiénes hacen posible que todo salga correctamente.
Estaciones o apeaderos
Antes de empezar, es importante indicar que en el argot ferroviario se distinguen estaciones de apeaderos. Ambas sirven para carga y descarga de viajeros pero las primeras se encargan, además, de controlar el tráfico de trenes. A priori puede parecer un detalle sin importancia, pero en el mundo del ferrocarril es una diferencia de gran importancia.
Control del tráfico local
Antiguamente, cuando no existían los CTC (Control de Tráfico Centralizado), las estaciones eran indispensables para coordinar la circulación ferroviaria. Es decir, controlar qué trenes salen hacia qué destinos y de organizar las vías que se usan en el propio recinto. Una labor muy importante a nivel de seguridad ya que de los Jefes de estación dependía que dos trenes circulando en sentido contrario no colisionaran en una vía única.
Hoy en día, con la implantación de sistemas automáticos para el control de la circulación ferroviaria, el número de estaciones ha ido mermando al igual que su importancia.
No obstante, las estaciones que siguen abiertas cuentan con dispositivos para controlar la circulación ferroviaria. Pero no todas los usan ya que los trayectos pueden estar automatizados y su zona de influencia puede ser controlada a distancia.
De barracones a catedrales de la era industrial
Los primeros trenes de viajeros de la historia, que eran carruajes con ruedas ferroviarias remolcados por caballos, circularon por ferrocarriles destinados al transporte de mercancías. Por este motivo, no existían estaciones y se detenían donde la línea se cruzaba con calzadas.
Con el tiempo, para refugiar a los viajeros de las inclemencias del tiempo, se construyeron las primeras dependencias ferroviarias destinadas a las personas. Consistían en rudimentarios embarcaderos construidos con madera; pero, debido al éxito del ferrocarril, hubo que construir edificios en los que las necesidades de los viajeros estuviesen bien cubiertas.
Poco a poco estos edificios fueron evolucionando hasta convertirse en las llamadas catedrales de la era industrial en algunas ciudades, debido a que necesitaban ser lo bastante grandes para alojar a muchos viajeros, así como disipar el humo y el vapor de las locomotoras. Por otro lado, los arquitectos aprovecharon para crear sus diseños más majestuosos. Diseños que servían de escaparate a las grandes compañías ferroviarias.
En algunas ciudades, las estaciones llegaron a ser el edificio más importante. E incluso hay poblaciones como Venta de Baños o Linares-Baeza en España que se crearon gracias a la estación.
Personas que mueven estaciones
En estas dependencias ferroviarias conviven trenes y viajeros. Para garantizar que todo funcione correctamente, existe mucho personal que habitualmente pasa desapercibido.
Circulación
Generalmente actúan en la sombra, de manera totalmente invisible para los viajeros. Sin embargo, el personal de circulación es lo más importante de las estaciones ya que sin ellos el tráfico permanecería parado. O circulando en condiciones de extrema inseguridad.
En las estaciones grandes podemos encontrar a más de un jefe de circulación, que a las ordenes del telemando expide los trenes de forma presencial en el andén. También se ubican en ellas los puestos del CTC desde los que se puede coordinar la circulación de una o varias líneas.
En las estaciones más pequeñas en las que no hay CTC, encontramos un solo jefe de circulación, encargado de su estación o de otra que telemande y de actuar según el reglamento sin la orden directa de nadie (excepción hecha con el Puesto de Mando). En algunos casos, también realiza las funciones de taquillero.
Personal de limpieza
Suelen ser los más desconocidos de las estaciones de ferrocarril pero, por otro lado, uno de los eslabones más importantes de la cadena de trabajadores. Gracias a estas personas, los andenes, asientos y todas las demás áreas de uso común permanecen en condiciones de ser utilizados además de en perfecto estado de higiene. ¿A quién le gustaría llegar a un recinto que oliera mal y estuviera lleno de basura?
Mantenimiento
Para que las escaleras mecánicas, ascensores, controles de acceso, indicadores de salidas y llegadas funcionen correctamente existen personas que se dediquen a prevenir y arreglar los fallos que se puedan producir.
Seguridad privada
En España y otros países la seguridad de las estaciones está a cargo de agentes de seguridad privada que velan por el orden y la calma.
Factor de entrada
Es la figura del taquillero, responsable de vender los billetes así como gestionar su devolución y cambio. En algunas estaciones este personal también de encarga de las labores de atención al cliente.
Catering
Los encargados de abastecer de alimentos y bebida los coches cafetería de los trenes de larga distancia.
Otros servicios
Nos encontramos, además de los nombrados, personal que ofrece una amplia gama de servicios al viajero como el de las tiendas de las estaciones, cuartos de baño, los responsables de los anuncios por megafonía, etc.