Los trenes nocturnos son un icono dentro del propio ferrocarril. Una forma ideal de recorrer distancias largas (generalmente entre países) durante la noche. Ya sea por gusto o por necesidad, han sido servicios muy utilizados históricamente en Europa. Pero, ¿nos estamos enfrentando a su fin?
El declive de los trenes nocturnos
Analicemos la situación actual: numerosas líneas nocturnas europeas están siendo canceladas. Incluso, en el caso concreto de España que, a diferencia de lo que muchos piensan, no es aislado) se lleva dos años hablando de suprimir todos los servicios.
El sangrante caso de Alemania
La Deutsche Bahn es siempre puesta como un ejemplo a seguir en la gestión del ferrocarril, pese a la imagen no tan bucólica que tienen sus usuarios habituales. Aunque pueda parecer sorprendente, el 13 de diciembre cerrará 6 de sus 17 rutas del City Night Line y acortará otra. En concreto, finalizan su existencia los:
- Borealis Amsterdam-Copenhage.
- Perseus Berlín-París.
- Cassiopeia Innsbruck-Munich-Berlín.
- Aurora Copenhage-Basel.
- Andrómeda Hamburgo-París
- Orión Copenhague-Praga.
Por su parte, los City Night Line de la línea Kopernikus (Amsterdam-Praga) comenzarán a realizar tan sólo el recorrido Colonia-Praga.
Un problema de toda Europa
Estos no son los únicos casos de trenes nocturnos que desaparecen en el viejo continente. Recientemente asistimos al final de los últimos Elipsos, que conectaban Madrid o Barcelona con París y vemos cómo el Trenhotel Lusitania ha perdido el restaurante, uno de sus servicios más necesitados.
En Reino Unido, país en en que antiguamente había varios trenes nocturnos, tan sólo quedan el Caledonian Sleeper y el Night Riviera. La pregunta es, ¿cuál es el motivo?
Las operadoras se quejan de que las cuantiosas tasas y el auge de las compañías aéreas de bajo coste están haciendo mella en estos servicios, cada vez menos demandados. Por ejemplo, un portavoz de la Deutsche Bahn lamenta que el número de viajeros de sus trenes nocturnos ha caído un 25% en los últimos cinco años.
Parte de este problema puede deberse al notable descuido de estos servicios por parte de las operadoras. Así, el Perseus Berlín-París lleva una larga temporada sin ofrecer un servicio de restauración a bordo, disponiendo los pasajeros de un microondas para calentar su comida.
De esta manera, cuando los coches comienzan a viajar vacíos (como pasaba en la extinta París-Roma de Thello u otras líneas nocturnas italianas) las empresas se plantean dejar de ofrecer estas rutas ya que se convierten en un lastre económico.
Una solución es posible
A pesar de las malas noticias, algunas voces hablan de que son las operadoras quienes tienen en sus manos el destino de las líneas nocturnas, y que podrían aprovechar sus ventajas con respecto al avión.
Lo principal es no descuidar el servicio, como se ha hecho al suprimir la cafetería, creando descontento entre los viajeros o reducir la variedad de plazas como estamos acostumbrados en España. Con acciones como esta lo único que se consigue es convertir a los trenes nocturnos en una opción poco atractiva. Una adecuación a la potencial demanda y vender lo cómodo que es acostarse en un sitio y levantarse en otro son actuaciones clave para garantizar su supervivencia.
Es cierto que un tren nocturno tiene más gastos que un avión, que los horarios son peores y más imprevisibles y que muchas veces pagan tasas que las aerolíneas no tienen que afrontar. Pero también es cierto que muchas personas, ya sea por principios, gustos o motivos de salud prefieren viajar en tren, un medio más cómodo y ecológico y ese es un nicho que las operadoras ferroviarias deberían explotar.
Fuentes: The Guardian e International Railway Journal.